En esta reflexión, he querido
profundizar en la desigualdad de género en el ámbito laboral de mi comunidad
autónoma de procedencia, Castilla y León, y más concretamente, en el salario
percibido por mujeres y hombres.
Para evidenciar las principales desigualdades que
aparecen en la noticia, debemos de partir del dato inicial de que el salario
medio de los habitantes de Castilla y León es el séptimo más bajo de
España según el INE. Por lo que, partiendo de un salario inferior al
de muchos territorios españoles, hay que añadirle que el de las mujeres
en Castilla y León creció cuatro décimas menos que en España.
Además, el
salario medio de las mujeres en Castilla y León está 4.775 euros por debajo del
de los hombres. Todo ello, puede deberse a las políticas realizadas
por la Junta de Castilla y León, entre cuyos mandatarios hay algunos de
partidos políticos que niegan que exista la violencia de género, por lo que lo
de fomentar la igualdad entre mujeres y hombres no es uno de sus objetivos.
El
salario medio bruto anual de los hombres en 2022 creció menos que el de una
mujer, pero el de una mujer representaba en ese mismo año el 82,9 % que
el de un hombre. Esto evidencia que hay que leer bien todos los datos
de las estadísticas y no quedarnos con el titular, ya que, el salario de una
mujer ese año seguía siendo bastante inferior al de un hombre, incluso habiendo
crecido menos el de estos.
Siguiendo
con las desigualdades salariales, una de cada cuatro mujeres (24,3%)
cobró en 2022 un salario anual inferior o igual al SMI, siendo para
los hombres, uno de cada diez (10,3 %). Esto indica que aún hay mucho trabajo
precario, siendo y el doble de peor en el caso de las mujeres.
Por
último, la ganancia media por hora de hombres
trabajadores a tiempo parcial fue inferior en un 20% y en
más de 28% en las mujeres. A tiempo completo en hombres
fue un 6,1 % superior a la media y el de las mujeres un 2,3 %. De
nuevo vemos que, independientemente del tipo de contrato, una mujer recibe
menos ingresos.
La socialización diferencial de niñas y niños es uno de los orígenes de las desigualdades de
género analizadas, ya que como los niños han sido considerados los
fuertes, las mentes pensantes, éstos deben realizar trabajos más
cualificados: policías, grandes empresarios, médicos… En cambio, las niñas son
las cuidadoras, las delicadas, ellas deben dedicarse a otras profesiones:
profesoras de niños, enfermeras, limpiadoras…
Esto se traduce en que los trabajos
que, según la socialización diferencial, deben ser realizados por hombres,
tienen un salario más elevado que los realizados por mujeres. El problema
ha surgido cuando las mujeres han empezado a realizar esos trabajos “de
hombres”. En vez de cobrar lo mismo que ellos, como ellos son el género
dominante, la realidad es que las mujeres, realizando el mismo trabajo,
reciben un salario bastante inferior.
En
cuanto a las posibles estrategias que
podrían acabar con estas desigualdades de género, hay una muy clara: a
igual puesto y trabajo realizado, igual salario, independientemente del género,
ya que, si una persona es válida para dicho puesto, el género no tendría que
ser una distinción en ningún ámbito, y menos, en el salarial.
Otra
estrategia sería atajar el problema desde la raíz: animar a las niñas a querer
ser de mayores profesiones denominadas de niños y, hacerles ver tanto a
niñas como a niños, que ambos pueden realizar cualquier tipo de carrera
profesional, independientemente de su género.
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